El color, el tacto, la suavidad de la lana, su grosor. Es acogedora... Es grande. La sensación de estar tejiendo algo con personalidad, con cuerpo. Y cálida, muy cálida.
El punto es sencillo, el típico cuadrado de ganchillo con cambios de color. Tuve que tejerla como si fuera trapillo.
La manta está hecha a base de cuadraditos que después se unen con mucha paciencia. Finalmente, la rematé con un borde a punto bajo con el mismo color de la unión de los cuadrados.
Gracias a esta manta tuve la oportunidad de darme a conocer en una tienda/coworking de Alcoi, Codisseny, un gran proyecto, y vender algunas de mis creaciones allí. Os podeís imaginar lo orgullosa que estoy de haberla tejido.
FOTOS: Jaume Tormo